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Como se puede determinar la edad de una trucha

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Mensaje por tinchooo 25/09/11, 03:00 pm

Este informe esta sobre la longevidad de las truchas esta muy bueno y es para tenerlo en cuenta si queremos ser parte de la preservacion de las truchas y asi lograr q las truchitas cordobesas logren un buen tamaño y nos den muchas mas satisfacciones cuando las capturamos.

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La respuesta a esta pregunta no es sólo cuestión de satisfacer una curiosidad, sino que va mucho más allá y su cálculo es fundamental para una correcta gestión de los recursos piscícolas. si somos capaces de determinar la esperanza de vida de una población truchera concreta, los organismos encargados de la gestión de la pesca deportiva en esa zona podrán establecer una correcta talla mínima que permita un uso sostenible del recurso.


La observación y lectura del número de anillos invernales en las escamas es el método de estudio de la edad de las truchas más extendido, pero no es el único. Existen otras estructuras corporales donde se puede obtener información de la edad del individuo en cuestión, como los otolitos, que son unos huesecillos (realmente son piedras, pues se trata de formaciones minerales y no óseas) que se alojan en la cabeza de los peces y forman parte del sistema auditivo. También por observación del desarrollo de las vértebras y su conformación ósea, o de las aletas, se han realizado estimaciones de la edad. Aparte del estudio de porciones anatómicas del pez, existen métodos desarrollados al efecto que se basan en análisis estadísticos, si bien se utilizan en el estudio de poblaciones en su conjunto y no en el de individuos.

Pero globalmente y con todos sus defectos, el estudio de las escamas es el método de estimación de la edad de las truchas más empleado y, además, da buenos resultados. En estudios sobre poblaciones trucheras, obtener escamas es relativamente sencillo y su preparación en el laboratorio para su posterior observación no requiere de medios especiales. Además, su utilidad radica en que una vez observados los anillos invernales esta información se contrasta con otros datos recogidos del pez al mismo tiempo que las escamas, caso de la talla, el peso, el sexo, etc, con lo que con esos datos analizados en su conjunto se puede estimar el ritmo de crecimiento en longitud, en peso, ver si existen diferencias entre machos y hembras respecto de esos parámetros, entre diferentes poblaciones, etc.

Si los datos de crecimiento los completamos con el estado de desarrollo de las gónadas, podremos valorar en qué momento de la vida de las truchas se produce la maduración sexual, parámetro de primer orden en la toma de medidas de gestión de poblaciones trucheras que se aprovechan desde el punto de vista de la pesca recreativa con caña.

Pero, más allá de su edad, la lectura de escamas nos proporciona mucha más información sobre la trucha de la que procede, pues la estructura bioquímica y física de la escama refleja casi cualquier acontecimiento importante de la vida de las truchas. Los momentos de bonanza biológica, caso de épocas de abundancia de alimento y ausencia de situaciones peligrosas para el pez, como sequías, inundaciones, exceso de pesca, ausencia de enfermedades, etc, se reflejan en las escamas en forma de grandes depósitos de material con anillos muy espaciados. En sentido contrario, aparte de los anillos invernales, también las situaciones de estrés, enfermedades, parasitismos o parasitosis, heridas que le impiden comer con normalidad cualquier alteración que la lleve a perder peso, etc, se manifiestan en las escamas con una ralentización de su crecimiento y la aparición sobre ellas de anillos muy marcados, aun ocurriendo éstas en primavera o verano.

El paso de los años y de circunstancias variadas que concurren en la vida de las truchas también hace que se produzcan alteraciones físicas de las escamas. Por ejemplo, las escamas de los machos se encuentran bastante erosionadas en los bordes después de la época de reproducción, debido a las peleas y mordiscos que se propinan unos a otros. En las hembras también sufren mucho desgaste al rozar su abdomen contra el fondo en las camas de puesta. En ambos, los saltos y rozamientos con las piedras durante la época de remonte en busca de los frezaderos también se refleja en la morfología de las escamas, produciendo cicatrices y bordes erosionados.

Con todo esto, en las escamas de una trucha vieja podemos encontrar señales de todo tipo aparte de los anillos invernales, lo que dificulta la correcta interpretación de la aparición de estos últimos y, por tanto, de la determinación de la edad del pez.

Las marcas de freza

Pero para el pescador deportivo y para el técnico responsable de la gestión de poblaciones trucheras estas circunstancias no tienen el más mínimo interés, debido a que la verdadera utilidad e importancia de la lectura de escamas se da en las truchas jóvenes y no en las viejas, pues uno de los parámetros más importantes en la pesca de la trucha (desde el punto de vista del legislador) es la edad de maduración sexual. Es decir, el momento a partir del cual las truchas tienen capacidad de reproducirse en la siguiente época de freza. Lógicamente, este parámetro se considera sobre truchas jóvenes -que son las que muestran generalmente una lectura de escamas más clara-, por lo que las complicaciones de la determinación de la edad en truchas viejas a través de sus escamas no tiene importancia para la toma de decisiones técnicas que afectan de manera más directa al pescador con caña.

Al respecto hay que decir que también el proceso reproductivo puede dejar ciertas marcas en las escamas de las truchas, conocidas como las marcas de freza. En el momento de producir los huevos y los espermatozoides, las truchas tienen unos requerimientos de minerales bastante exigentes, en especial de calcio. En ocasiones, utilizan las reservas de este elemento depositadas en las escamas para la formación de los gametos, lo que se realiza reabsorbiendo parte del material que forma la escama. Así, ocasionalmente aparecen en las escamas unas cicatrices (las marcas de freza), cuya presencia es indicativa de que el pez en cuestión es maduro sexualmente y se ha reproducido al menos una vez por cada una de estas marcas.

Sin embargo, la ausencia de marcas de freza no resulta indicativa de que no se haya producido la madurez sexual, pues en las truchas el porcentaje de peces maduros que se han reproducido alguna vez y que presentan marcas de freza en sus escamas no supera el 10% del total. Ello se debe a que continúan comiendo durante el otoño e incluso momentos antes de la freza, por lo que resulta fácil que tengan cubiertos sus requerimientos mínimos de minerales para la formación de los productos sexuales, además de tener capacidad para obtenerlos de otras partes de su organismo distintas de las escamas.

El ejemplo contrario lo encontramos en otros peces de la familia de los salmónidos, como el salmón atlántico, en el cual casi siempre van asociadas la reproducción y la aparición de las marcas de freza. Y es que durante su estancia en las aguas dulces del río no comen, y pasados varios meses y llegada la época de la reproducción su estado físico en el momento de tener que producir huevos y espermatozoides es muy pobre, por lo que la reabsorción de parte de las escamas para este fin es algo muy común en esta especie.

Finalmente, decir que para la determinación de la edad de las truchas a partir del análisis de las escamas, lógicamente habrá que tomar las escamas que muestren el historial completo de la trucha y que serán las que primero aparecieron sobre su cuerpo. Éstas se localizan en el área situada por encima de la línea lateral, y entre las aletas dorsal y adiposa.

La maduración sexual y la talla legal para la pesca
Ambos conceptos están íntimamente ligados en el ámbito de la gestión de poblaciones trucheras. La llegada de la maduración sexual de las truchas, tanto para los machos como para las hembras, es el momento en el cual los órganos de la reproducción (testículos y ovarios) están listos para completar el ciclo biológico a través de la freza.

El dato en sí mismo y tomado de forma aislada no es verdaderamente significativo, sino que cobra su verdadera importancia cuando se puede asociar a otros parámetros biológicos que nos sirvan de referencia a simple vista, como por ejemplo la talla. La maduración sexual está directamente asociada a la edad del pez, y ésta la podemos conocer a través de la lectura de las escamas y de sus anillos de invierno. Si relacionamos la edad con el crecimiento en longitud del pez (es decir, cuánto miden las truchas a cada edad), y al mismo tiempo hacemos lo mismo con la maduración sexual y la edad, fácilmente se puede llegar a concluir a qué longitud (talla) de la trucha se produce la maduración sexual.

El interés de este parámetro (la talla a la que las truchas son maduras sexualmente) radica en que la determinación de la talla legal mínima para la pesca y el sacrificio de las truchas se basa generalmente en que se puedan pescar aquéllas que se hayan reproducido antes al menos una vez en su vida.

Este es un criterio muy generalizado, pero que varía según las distintas regiones o países. Y es que el crecimiento en longitud y peso, así como el momento de la maduración sexual en condiciones naturales, son variables y característicos de las distintas áreas geográficas y poblaciones trucheras a considerar, por lo que los criterios de gestión cambian de unos lugares a otros. Así, en unas zonas se considera suficiente para la explotación sostenible que se reproduzcan una vez antes de permitir su pesca, mientras que en otras lo retrasan hasta la segunda freza. Hay que aclarar que estos criterios, de forma universal, se refieren al desove de las hembras, pues los machos maduran a edades más tempranas que éstas y, obviamente, no ponen huevos.

La maduración sexual en las truchas es un proceso biológico complejo y todavía no suficientemente aclarado, pero el momento en el que ocurre está íntimamente relacionado con diversos condicionantes ecológicos. Éstos se mediatizan a través del balance energético del animal, es decir, en cómo utiliza la energía disponible que obtiene a partir de la alimentación. Desde un punto didáctico y para hacer más comprensible el texto, tomaremos la cantidad de energía que obtienen las truchas de su dieta como un parámetro fijo en cada población, y así podremos entender más fácilmente el uso que de ella hacen los peces en diversas circunstancias.

En unos casos, la mayor parte de la energía la destinaran al crecimiento corporal (talla, peso, tamaño de los ovarios, etc), y en otros lo centrarán en las funciones reproductivas (poner lo antes posible el mayor número de huevos en cada puesta, sacrificando su tamaño).

Este áspero argumento del balance energético se puede transformar en algo fácilmente entendible cuando se relaciona con algo muy próximo a la perspectiva del pescador con caña: la esperanza de vida de las truchas. Es decir, de la población truchera. Cuanto mayor es la esperanza de vida de las truchas en determinada área geográfica, más retrasan en el tiempo la maduración sexual. Así, lo que se ha podido observar en poblaciones trucheras viejas es que los machos maduran sexualmente a los cuatro o cinco años, y las hembras entre los cuatro y seis años. En sentido opuesto, en poblaciones jóvenes los machos maduran ya al primer año de vida, mientras que las hembras lo hacen entre el primero y el tercero.

Relacionando esto con la pesca deportiva, la lectura práctica es que en las poblaciones donde la pesca con caña es muy intensa y las truchas se encuentran muy presionadas, la maduración sexual (y por tanto la freza) se produce mucho antes en la vida de las truchas que en zonas donde esta presión es más ligera o inexistente, en las que las truchas retrasan mucho más la maduración sexual (siempre teniendo en cuenta que no existan problemas ambientales).

La supervivencia de los alevines, también en relación
La explicación de este fenómeno la encontramos en el equilibrio que existe entre la talla de las truchas (nos centraremos ahora únicamente en las hembras), el tamaño de los huevos que ponen, el número de éstos y las posibilidades de supervivencia de las truchitas recién nacidas.

En las poblaciones donde la esperanza de vida de las truchas es alta, es decir, donde fácilmente llegan a viejas por el motivo que sea (poca pesca, ausencia de pesca, poblaciones muy cuidadas por los gestores, etc), la maduración sexual se retrasa varios años. La consecuencia es que cuando ésta llega, la trucha tiene una talla y peso importantes, por lo que sus ovarios serán más grandes y el tamaño de los huevos que pone también. Si los huevos de la puesta son grandes, los alevines que nacen de ellos también lo serán, por lo que comenzarán a nadar y a comer antes, y lo harán con más talla y peso que otros congéneres más pequeños, por lo cual sus posibilidades de sobrevivir aumentan muchísimo.

Esto es el reflejo de un balance energético en el metabolismo de las truchas: como su supervivencia a corto plazo no está seriamente comprometida, destinan sus recursos energéticos hacia el crecimiento corporal en talla y sobre todo en peso (el cual, si es armónico, incluye también el de sus ovarios). En otras palabras, no tienen prisa por reproducirse porque la supervivencia de la población no está comprometida por ello.

Dentro de este contexto de equilibrio, los recursos que los peces destinan a producir huevos más grandes lógicamente se detraen de alguna manera del organismo. En el caso que nos ocupa, el precio energético y metabólico de producir huevos más grandes se paga a costa de la fecundidad, es decir, de producir menos huevos.

La situación contraria a todo lo anterior se da en poblaciones jóvenes, muy presionadas bien por la pesca con caña o por cualquier otra circunstancia. En este caso, tal como explicamos con anterioridad, la esperanza de vida es muy corta y las truchas maduran sexualmente muy pronto, incluso al primer año de vida, si bien lo normal es que ocurra durante el segundo año. Debido a la corta supervivencia en el tiempo de este tipo de poblaciones, la maduración sexual se produce tan tempranamente porque las truchas tienen que empezar a reproducirse cuanto antes, a fin de producir descendencia antes de morir. Desvían la mayor parte de sus recursos energéticos hacia la producción de huevos y, como consecuencia, su fecundidad es muy alta y a edades muy tempranas (y por tanto a tallas y pesos más pequeños que en el caso anterior), por lo que el alto número de huevos que ponen se compensa con un menor tamaño de éstos, resultando en que los alevines que nacerán de ellos serán más pequeños.

Con todo lo dicho, comprobamos que la talla y el peso de las hembras influye notablemente en la calidad (tamaño y número de huevos) de las puestas, por lo que podemos afirmar que, en el caso de las hembras, el tamaño del pez es muy importante.

En sentido opuesto debemos tratar la maduración sexual de los machos, la cual de forma natural se produce antes de tiempo y el tamaño corporal que tengan influye mucho menos que en el caso de las hembras. La explicación la encontramos en el desarrollo de las gónadas. En el caso de las hembras, los ovarios pasan de ser unas estructuras alargadas de apenas unos centímetros de longitud a ocupar toda la cavidad abdominal, dando al pez la imagen exterior de una trucha barriguda. Por tanto, los testículos de los machos no se notan desde el exterior del pez ni siquiera en su momento de mayor desarrollo, ya que ocupan una posición muy alta en la cavidad abdominal, a lo largo del riñón. Su desarrollo en peso es, además, muy inferior al ovario de una hembra que tuviera el mismo tamaño y fuera comparable con ese macho.

Por lo tanto, la parte del balance energético que los machos deben destinar a su crecimiento corporal para alcanzar la madurez sexual es mucho menor que el que necesitan las hembras y, por tanto, pueden madurar sexualmente a edades más jóvenes en comparación con el sexo opuesto.

Fuente del Informe
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Como se puede determinar la edad de una trucha Empty Re: Como se puede determinar la edad de una trucha

Mensaje por EL principe del suquia 07/10/11, 12:53 pm

gracias master,muy util...
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